Ven para acá diosa del amor.

Un bossa nova, respirado y bailado entre vestiduras blancas, plantas y una habitación de data colonial. A pies descalzos, se comienza a sonreír, entre ventiladores maltrechos del uso y finos visillos blancos de seda. Madera y olor a libros, eso es... un ambiente de costa y casi tropical, arena en mis pies y las contorsiones comienzan, como quien pone play al tocadiscos. Me guías como un perro lo haría con el ciego, te sigo como el ciego confiado que siempre he sido. El balcón tiene vista al mar, directo atardecer y brisas tibias, crepúsculos rojos y el destilado de flor de caña, está servido.

Tú sabes que no me gusta mucho el ron, pero haré el esfuerzo... el zippo, sobre la mesa, éste tabaco es realmente aromático. Subes el volumen y bajas tus ropas. Quedamos en la desnudes contrastada a la luz de la luna. Nuestros pulsos se aceleran como aquel ritmo de cuerdas sostenidas en manos negras.

Nuestra sangre, no corre por nuestro cuerpo, se teletransporta, como aquellas brisas ansiosas de refrescar a todo el mundo.

Vamos y arrendemos un velero... ultramar seduce, tanto como un syrah y la figura tuya delineada con mi lengua. podemos nadar mar adentro, en esa incertidumbre de no tener nada de sostén y también en esa emoción eléctrica de libertad.

Vamos y retuerce éste cuerpo desnudo a tu disposición, vestidos de blanco lino, entre arena, luna, agua salada, destilados y vinos suaves.