Brígido.

Una antigua amiga me visitó; la Soledad, está regia y realmente hermosa, ha bajado de peso lo suficiente para ser modelo y también para ponerse colaless (de esos que me gustan). Está tan delgada que se mete bajo mis sábanas e impregna mis libros. La ropa ya no luce como antes, se ha transformado en un quimera multicolor que los días soleados me hacer ser sentir feo y los nublados como un galán de teleserie; tipo benjamín vicuña.

La Soledad po, es muy cariñosa conmigo, me hace dormir en sus pechos y entre sus piernas, me hace masajes en el pelo y cuello, nuestros rostros son como el de los pololos, siempre en contacto, por algún roce y beso. Es como siempre sentir su temperatura, olor y respiración. Ver siempre lo que ella mira en su ojos café claro. Su nariz y piel cubierta de suave polvo. Amo recorrer sus confines con mi lengua mientras recita algún poema de aquellos románticos homosexuales que cambiaban el género del poema para no ser descubiertos.

Me gusta que me prenda el televisor en las mañanas y me acerque las muletas, que me haga reír con algún chiste o ironía de la realidad.

En invierno no se fue nunca de mi lado, me calentaba los pies y veíamos las mismas series nocturna, ella también escribe (prepara su novela), mis lápices después que los ocupaba se reventaban y ensuciaban todas mis hojas blancas.

y pensar que antes la odiaba, ahora somos perfectos amantes, prisioneros de la libertad en estas cuatro o cinco paredes...