La vida no es bella
En la víspera de navidad se podía ver a un transeúnte con atuendos haraposos cerca del centro comercial, mirando a las familias con una mirada taciturna, observando tristemente la felicidad en que se envolvían, separados de su realidad, invisible para ellos. Trataba de recordar anécdotas, imploraba un recuerdo que cambiara su forma hostil y despectiva de ver la vida, al mundo en general, a su gente, pero ese recuerdo jamás llegó..
Cuando el centro comercial cerró, el seguía ahí, seguía pensando, sufriendo junto a su vino, a su querido vino, su amigo, no tenía más que esa caja, además de las ropas que traía consigo.
Cuando su amigo lo despertó, sobresaltado comenzó a pensar que había hecho de su vida, a lo que había llegado, a ser un desconocido para la sociedad, sentía que su vida no valía nada, todo esto lo llevó a cavilar en tácticas de autodestrucción, ya no quería nada más que descansar, no tenía nada por lo que luchar, no tenía nada.
Se sentía con una inusitada sensación de gratitud, lo que era aterrador, algo que nunca había sentido; es hora de partir, -se decía en voz baja-. Deambulando las calles de la tétrica capital sentía su cuerpo vacío, al llegar a su destino, un puente, buscó tristemente una botella, y con un acto ceremonioso la partió con un meticuloso golpe. Se sentó a la orilla de una fogata ajena y con el vidrio de la botella dibujó en la arena la proyección del universo. Era él, quizá el único que reconocia su diminuto tamaño y soñaba con la lejana idea de viajar por lo menos en avión.
Reconoció el vaho etílico de la mujer del puente que empañó sus ojos, como pasó en la víspera de navidad de hace 20, donde su familia lo despreció como aun transeunte más del paseo ahumada. Destinándolo a dejar la casa, en un ambiente que reveló signos de hostilidad, que aún perduran.
" Me siento como de tres años, junto a la Carmen, creo q es mi madre quien me acaricia el pelo y besa la frente. Comienzo a recordar aludiendo la infancia, de un día domingo de misa en mi cumpleaños número cinco."
"Doy una despectiva ojeada, para saber si este sueño es verdad, y no veo más que a la Carnem que baja mis pantalones y se empina la caja de vino."
"Vuelvo a mi transe y ya no estoy en la infancia, ahora todo es de un fondo albino, aparece un empedrado camino, luego los arbustos, las nubes y la brisa, aparece una mujer aferrada a mi mano, reía de seguro de una vieja anécdota. Empezamos a correr hasta caer del cansancio, para terminar besándonos y quedar completamente desnudos en el campo, tenía 16 años, terminamos y resposamos de tan sublíme acto. Hasta que un disparo ahogó la respiración de esa mujer y rompió mi hombría. Un campesino, padre de la dama, aprovechó mi denudez y me violó como pago de la falta de respeto a su hija."
"Abro los ojos y veo a la carmen que inútilmente me manosea. Cómo implorando una reacción, ahora imposible dentro de mi transe. Está tan ebria que apenas entendiendo lo que dice, balbucea sólo garabatos."
Otros del puente merodean la "escenita" de la Carmen que se agita, con un ya frio e inmóvil cuerpo.
"Como espectador de la matiné del teatro caupolicán, veo cinematográficamente la escena desde afuera,desde otro ángulo, casi desdoblado, estoy inmóvil sin poder intervenir"
"Abré muerto?, no lo sé"
"vuelvo al transe y estoy en una cama, rodeado de luz blanca y estado febril,
en medio de una alusinación incoherente de vagabundaje y muerte. La fiebre baja y me recompongo, ahora viendo a mis hijos y a la mujer que amo, en el hospital"
"Sin cesar entro y salgo del agua en este forzejeo con un cuerpo blanco,
veo la luz después que irrumpe en mi oscuridad, abro por vez primera los ojos y fue terrible, me toman, me levantan, me golpean el trasero y me dejan en una fría superficie" " Tres kilos y medio" " cuarenta y nueve centímetros".
"Nombre?? No sé, yo jamás amé, ni tampoco amaré a esa criatura que me cagó la vida.
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